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Soy una perra mestiza. No creo en las razas, si en las especies. Y en las especias...porque yo soy especial.

jueves, 27 de enero de 2011

De algodón y de espuma



Rondaría los siete años.
Probablemente menos.
Mi hermano acababa de nacer.
Era más grande que los muñecos con los que jugaba por eso me era tan difícil poderlo coger entre mis brazos. Además se movía y solo lloraba para engancharse a la teta de mi madre.
Yo le observaba chupar y desbordarse de leche por la nariz.
Fue entonces cuando me enseñaron una foto mía de pequeña.
Porque yo no recordaba haber sido semejante trozo de carne con ojos que solo sabía mamar y dormir.
Y me vi en blanco y negro repantingada en un sillón con los ojos abiertos de par en par.
Una cara de ángel, no por bella o singular,no, por lo que me recordaba a las pinturas de las iglesias, a las imágenes de las iglesias, así de ensimismada.
Así de feliz y satisfecha.
Así de regordeta y pelo alborotado.
Así de simple.
Fue entonces, creo recordar, que durante el verano me dediqué a soñar que podía vivir en una nube.
Ellos podían.
Los ángeles.
Me tumbaba boca arriba en el jardín y, además de componer figuras con ellas, me imaginaba saltando de una en otra.
Porque eran de algodón.
O de espuma.
Y yo también podía.
Entonces veía el mundo desde arriba.
Mi mundo.
Solo mi perro sabía donde estaba porque me ladraba de vez en cuando para avisarme de la presencia de algún entrometido.
Bajaba y hacía como la que no estaba.
Como la que nunca había estado.
Solo nosotros conocíamos el secreto.
Solo yo podía ver a todos desde lo alto.
El niño bajo la sombra de los pinos pataleando al viento.
Mi madre regando con la manguera empapando la tierra y las hormigas que salían despavoridas.
Mi padre recostado unos minutos como si no estuviera dormido.
Dormido.
En mis viajes sobre el limbo, porque nadie había dicho todavía que no existiera, llegué a alcanzar tal técnica y destreza que ya no necesitaba un césped o una nube concreta en la que posarme.
No tenía siquiera que cerrar los ojos para que el algodón hecho de espuma fresca me arropara.
Para hacerme acompañar de quien quisiera.
Si te veo y no te miro.
Si te oigo y no te escucho, ládrame como si fueras un perro para avisarme de la presencia de algún entrometido.

11 comentarios:

mercedes dijo...

guau guau

Arantza G. dijo...

He encontrado otra nefelibata, qué bien.
Nos daremos un paseo juntas?
Besos soñadora.

Laura dijo...

Mercedes, ¿viste algun intruso quizá?

Laura dijo...

Arantza, nefelibata...¡qué bonita palabra!

Alfonso Saborido dijo...

De la nube a las estrellas. Me gusta ese camino. Y si me ladra un perro, que sea el Canis Major o el Canis Menor, que son perros de estrellas.
Por cierto, es tremendamente curioso, leer el texto al revés, por frases :) de abajo a arriba, como de la tierra a las nubes.

Laura dijo...

¡¡¡¡Alfonsooo, no dejas de sorprenderme!!!!

Maripaz dijo...

Laura, que mundo tan fantástico has pintado envuelto en blancas nubes...me apunto a compartirlo contigo. Espero que tu perro no me confunda con una intrusa, procuraré hacerme su amiga.
Tu si que me has emocionado...precioso!!
Un beso

Laura dijo...

Maripaz, no te preocupes, no te ladrará, los perros saben perfectamente distinguir a los intrusos de los que no lo son.
Un beso.

mercedes dijo...

Siempre hay entrometidos, mis ladridos son para recordarte que ellos están ahí acechando y recordarle a ellos que yo estoy aquí para avisarte.

~ El Capitán Escarlata ~ dijo...

Yo, mi Señora, también tengo un perro,... valiente y avispado,... que ladra pra que salga de mis pensamientos y le haga un poco de caso,... es un buen amigo.

Expresiones en una nube varias.

Moncho López dijo...

Tú y tus nubes. Yo me acurrucaba contra la pared de un cuarto vacío en una casa que ya no existe. Tan grande, que había habitaciones sin amueblar... y también volaba.