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Soy una perra mestiza. No creo en las razas, si en las especies. Y en las especias...porque yo soy especial.

domingo, 26 de octubre de 2008

Quiromancia



Al mirarse las manos en aquel momento pensó para sí qué significarían las rayas que surcaban sus palmas. Siempre pensó que todo aquel que presumía de leer el futuro a través de cualquier sistema conocido era un embustero. No se pide dinero a cambio de un don. Tenían mucho de pícaros, mucho de psicólogos, mucha calle a sus espaldas para comprender el significado de cada gesto, de cada movimiento. Pensó jugársela a interpretarlas ella misma, sin intermediarios. La línea de la vida no era corta, tampoco larga. Por su intermitencia en el trazado le hablaba de periodos de muerte, o mejor respiración asistida, cual vegetal que no crece, no reverdece y sin embargo permanece anclado a su maceta apenas con un poco de riego. Como un cactus, así era su vida, pensó, chiquito y redondito, rodeado de espinas por si alguien se aventuraba a acercarse. Lleno de jugo en su interior pero guardado de todos y para todos. Pero la mano le hablaba de rebrotes bien marcados, como cuando nadie lo esperaba, ni siquiera ella misma, regalaba flores hermosas y perfectas. Sus momentos felices pensó. Y sonrió. Ser cactus tampoco era tan malo, yo, mi, me, conmigo para seguir realizando la fotosíntesis.
La línea de la cabeza era tan recta que se dijo a sí misma que a pesar de sus sueños, de sus fantasías y las mentiras que a veces se contaba para consolarse, no hacían más que poner de manifiesto que tenía siempre puestos los pies sobre la tierra. Tan pronto se abstraía del ruido y de las voces, para vivir momentos imaginarios en su burbuja de algodón como bastaba una simple sacudida de su pelo para volver a la realidad y encontrarse frente a un semáforo que aún no se había puesto en verde para cruzar.
La del amor...siempre consiguió lo que quería, si bien es cierto que nunca como quería. Quizá por esa predisposición innata a imaginar cómo sería y cuándo sería. Surgió o debo decir, surgieron, cuando menos lo esperaba y nunca, nunca como había lo había estructurado en su película interna. Y se daba a la improvisación sin más remedio que dejar que pasara. Y terminaba pasando. Terminaba.
Volvió a mirarse las manos satisfecha de su interpretación. Nadie le había mentido con el cuento del Príncipe Azul y eso le reconfortó acurrucándose entre los brazos de su sillón. Y al frotárselas, comprobó al momento que no les vendría nada mal un masaje con crema hidratante.

Mosto


Era tiempo de mostos. Y habían cambiado la hora. Siempre me ocurre igual, con la euforia de sesenta minutos de regalo me paso una semana recordando a las doce que es la una de ayer, como queriendo que todo el mundo se entere de que se nos ha entregado una hora más para disfrutarla. Pero nadie parece entenderme: no...son las doce de hoy.
Se puede hacer tanto en una hora o tan poco, depende de en qué lado de la puerta estés.
A mi me gusta dormir.

sábado, 18 de octubre de 2008

Cada vez que me contabas una de tus historias.




Perdona. ¿De qué estábamos hablando? Se me ha ido de pronto de la cabeza.
Sería mentira.
No, no creo que fuera mentira...ya ves, las cosas que pasan. Tanto tiempo imaginando este reencuentro y ahora se me olvida lo que te estaba diciendo. Es que...a ver...yo...
¿Esperabas otra cosa?
No, no sé. Si , quizá...no...es que...
Los años pasan y no perdonan.
Eso es una frase hecha. Yo te veo igual.
Eso es que me miras con buenos ojos.
También es una frase hecha, ¿se te acabaron las ideas propias?
Bueno ¿después de todo es eso lo que querías, meterte conmigo?
¿Meterme? ¿Dónde quiero yo meterme contigo?
Claro que sigues igual. Siempre has conseguido hacerme reír.
¿Yooo? ¡No digas bobadas! El de los chistes eras tu, la que se desternillaba era yo, que se me saltaban las lágrimas cada vez que me contabas una de tus historias.
¿Ya no te hago reír?
Bueno, es que no me has contado nada... te quedas ahí parado mirándome y...
Es que estabas hablando.
Pero no me acuerdo de qué.
Sería mentira.
No empieces por favor.
¿No quieres que empiece?
¿Sabes que tienes canas?
Te veo muy observadora, pero creo que cuando nos conocimos ya apuntaba maneras.
Verás, que tienes más me refiero.
Nada, me pongo un tinte y arreglado.
¡Ni se te ocurra! Te quedan muy bien.
Eso me dicen, que estoy muy atractivo con las canas.
Iluso.
¿No te gusto?
Claro que si, so bobo, mucho.
¿Entonces?
Que no me acuerdo qué te estaba diciendo...aparte de lo bien que te sienta todo.
Eso es que me miras con buenos ojos.
(...)
¿No te esperabas esto?
No. Bueno, si, esto si.
Siempre quise besarte.
¡Ah, ya me acuerdo!
¿Si?
Te quiero.
Y yo a ti.
¿Es una frase hecha?
Olvídalo....sería mentira.....

viernes, 17 de octubre de 2008

Colomera

Esto es Colomera, un hermoso pueblecito a unos veinticinco kilómetros de Granada. En tiempos de los romanos se llamaba Columbarium que quiere decir palomar y verdaderamente hay muchas palomas, sobre todo las ves volando por encima de los tejados al amanecer. Después ya en época de Al-Andalus se vino a llamar Qulumbayra, vamos, que su nombre no ha variado mucho desde entonces. De su primitiva fortaleza solo quedan algunas ruinas solemnes y en la antigua mezquita se construyó una preciosa iglesia, la de la Encarnación, que es considerada como la Catedral de la Vega de Granada. No se equivocan. De los romanos conserva trozos de calzada, un sobrio puente y una necrópolis. De los árabes, sus laberínticas calles y la blancura de sus casas. Merece la pena conocer este rinconcito de Andalucía.



Calles de Colomera.
Iglesia de la Encarnación.


Bruno inspeccionando el terreno. Es temerario el tipo.








Laura subiendo cuestas.



Gato en la puerta de una casa.


Puente Romano.



















Laura camino de regreso de una caminata. ¿Hasta cuándo vamos a seguir subiendo?


Bruno poniendose guapo...¿he dicho guapo? guarro, guarro....quería decir.









De día y de noche es una gozada pasear por sus calles escalonadas.















Y al final, un merecido descanso.

jueves, 2 de octubre de 2008

Houston, Houston!!!




Después de lo que me ha pasado esta mañana, Houston, creo que tengo un problema. Me gusta aprovechar estos días de principios del otoño para pasear por las calles. Los olores se me antojan nuevos y hasta la luz del sol parece diferente, iluminando pero sin cegar.
Al mediodía hacía calor y como, siendo como soy una perra, no tengo por costumbre sentarme en ninguna terracita a tomar unas tapas y una cervecita. De buen grado lo haría, ahí tumbadita a la sombra de un naranjo, pero los camareros me miran raro, tengo que llevar a un humano para que me hagan caso. Iba sola así que aproveché el despiste habitual de la puerta del ayuntamiento presidida por dos guardias de escayola. Si porque nunca se mueven, la mirada perdida. Allí siempre se está fresquito. En invierno más que fresquito, pero hoy aún no es invierno. Se veía poca actividad. El suelo tan limpio y brillante que me reflejaba en ellos. Me entretuve en observar lo bien que me queda mi nuevo look tras pasar por la peluquería. Pero como quiera que no me gustan esos espacios tan desangelados me colé en una habitación donde había personas. En el fondo siempre me siento a gusto cuando estoy acompañada. Un señor con chaqueta y corbata se acababa de sentar ante el público. Tenía bigote. Parecía serio. Pero los que le escuchaban tomaban apuntes. Por un momento pensé que me había equivocado de edificio y en lugar del consistorio me había metido en un colegio. Los alumnos eran muy mayores, así que me acordé de aquella vez que estuve en un pleno y recordé que hay una especie entre los humanos a los que llaman periodistas. Gente muy rara y variopinta a la que le cuelgan unos apéndices de cables que conectan a unos aparatos que después insisten en repetir, imitando la voz, lo que dice la gente que da las conferencias. Otros tienen un tercer ojo que les sale del hombro, probablemente sea un ojo con dificultades porque no hacen más que rascarse el enorme párpado con las manos y acercarse mucho al que preside el acto. En cualquier caso, el hombre del bigote hablaba quedo y eso, para mi, que soy una perra tranquila y comodona es toda una invitación a entrecerrar los ojillos y dejarme llevar por la vida como en un suave letargo.
Pero hete aquí que el caballero del bigote en el labio pronunciaba sin parar unas siglas que me no me permitían concentrarme en mis ensoñaciones: erre, ese, e...insistía recordando a los presentes que luego, más tarde, lo explicaría con otras palabras...erre, ese, e...
No sé cuánto tardó en dar las explicaciones, los periodistas se miraban entre si sin dejar de escribir. Al final creo que, hasta yo, adormilada como estaba, me enteré de algo. Erre de responsabilidad, ese de social, e de empresas. Responsabilidad social de empresas. ¿Me sigues Houston? Mira que el problema empieza aquí. Resulta que han gastado diez mil euros ¿o debo decir invertido? en contratar una consultora que se encarga de decir a la empresa que gestiona el señor del pelo blanco y bigote, que tiene que integrar aspectos sociales tales como calidad del empleo de los trabajadores, formación continua, cumplimiento de la legalidad con los clientes, ofrecer seguridad y salud del producto que vende o servicio que presta, la no discriminación por sexo, raza, religión o discapacidad. Que le dice la consultora también que hay que proteger los derechos humanos y no forzar el trabajo, mucho menos a los niños. Que no debe aceptar corrupción o soborno, que debe permitir la libre competencia. Por supuesto, no hay consultora que se resista a no hablar del medio ambiente (¡pero si ya no es ni un cuarto de ambiente siquiera!), y así recomienda no emitir gases, vertidos, residuos contaminantes.
Houston yo creía que ser una perra llevaba incluido rascarme la oreja con la pata de atrás. Creía que es inherente al ser canino ir oliendo el suelo mientras camino, levantar la pata para orinar o , en mi caso, agachar el culo. Y por supuesto mover el rabo muy rápidamente cuando estoy contenta o sé que voy a comer, jugar o salir a la calle.
Houston, Houston ¡necesito una consultora! Bien es cierto que no dispongo de diez mil euros, pero es casi seguro que eso es muchas bolitas de pienso juntas. Pero necesito saber si al rascarme ha de ser con la pata derecha la oreja derecha o la izquierda. Saber si el rabo he de moverlo hacia los lados o de arriba hacia abajo. Y por supuesto, Houston, necesito conocer si para mear tengo que levantar las dos patitas o continuar agachando el culo.